Terminales de GNL en el Puerto de Brownsville

La extracción y exportación de gas shale de la cuenca Eagle Ford, ubicada en el sur de Texas, abrió nuevas oportunidades de mercado para el puerto de Brownsville (ver Newsletter, núm.1/26). Se planea la construcción de una o más terminales de licuefacción del gas, cuyo resultado es el llamado gas natural licuado (GNL, o LNG por sus siglas en inglés), para su exportación vía marítima hacia Asia. En marzo de 2015 se anunció que 3 empresas habían iniciado los trámites para obtener el permiso de actividad.

Como otros proyectos energéticos en Rio Grande Valley y en el Bajo Bravo (ver Newsletter, núm.1/09, 1/14 y 1/58), se han generado grandes expectativas de desarrollo económico. A pesar de ello, distintas organizaciones ecologistas se oponen a esta actividad.

 Proyectos

Las posibles terminales de GNL se ubicarán junto al canal de navegación, en distintos puntos más o menos cercanos a la ciudad de Port Isabel y arrendados por la autoridad portuaria. La licuefacción del gas se realizará en plantas donde se enfriará a -261º F (-162,8º C) con el objetivo de reducir su volumen y ser transferido a barcos especiales para su transporte.

A lo largo del año pasado seis empresas mostraron su interés, de las cuales tres entregaron en marzo de 2015 la documentación para iniciar el proceso de permiso a la Federal Energy Regulatory Commission (FERC). Este proceso concluirá en 2 años, por lo que hasta 2017, como mínimo, no se iniciaría la construcción y operación de las plantas. Además de la FERC, en el proceso de evaluación y aprobación intervendrán otras 25 agencias federales, estatales y locales.

Las tres compañías son Annova LNG, Next Decade y Texas LNG, cuyas sedes están en el área metropolitana de Houston. Según la FERC, las tres propuestas muestran “un alto grado de inversión y de seriedad”.  En todos los casos se solicita una superficie de centenares de acres, aunque las plantas ocuparían sólo una porción. La mayor corresponde a Next Decade, que solicita 1,000 ac (404 ha) de terreno para la construcción de 6 plantas, que tendrían una capacidad de producción anual de 4.5 millones de toneladas. Texas LNG solicita 625 ac (253 ha) y Annova LNG, 650 ac (263 ha).

Oposición

Distintos grupos ecologistas del Valle han mostrado su oposición. En diciembre de 2014 el Lower Rio Grande Valley Sierra Club hizo público un informe en el cual se predice “contaminación industrial, el riesgo de desastre, y la destrucción del hábitat natural”. Anteriormente, cinco grupos (entre los cuales el capítulo regional del Sierra Club) se habían unido en la coalición “Save RGV from LNG” con el objetivo de informar a la población sobre los riesgos. Hasta abril de 2015 han realizado varios “citizen meetings” en distintas ciudades del Valle (South Padre Island, Brownsville y McAllen).

Eduardo Campirano, director y CEO del Puerto de Brownsville ha desmentido en varias ocasiones las informaciones de Save RGV from LNG y ha asegurado que los riesgos son mínimos.  Asimismo, argumenta que si las distintas agencias que tienen que validar los proyectos consideran que existen riesgos, los proyectos serán denegados.

Riesgos

Save RGV from LNG critica, en primer lugar, la localización de las terminales. El área permite la conexión entre dos espacios protegidos, Lower Rio Grande Valley National Wildlife Refuge en Boca Chica, al sur del canal de navegación, y Laguna Atascosa National Wildlife Refuge, al norte. Ésta funciona, por ejemplo, como el principal corredor natural para el ocelote, una especie animal en peligro de extinción (ver Newsletter, núm. 1/56).

Además de los riesgos para el ecosistema, también se señalan riesgos a la salud humana. Según el informe del Sierra Club, las instalaciones de GNL emiten grandes cantidades de contaminantes atmosféricos. Entre otros se mencionan los óxidos de nitrógeno (que da al smog un color marrón) y compuestos orgánicos volátiles (que contribuyen a la formación del smog y pueden causar enfermedades respiratorias).

Otros riesgos señalados son las fugas, explosiones e incendios, y la pérdida de atractivo turístico para Port Isabel y South Padre Island.


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