Seguridad fronteriza: carrizales en el río Bravo / Grande

Desde hace algunos años, para las autoridades de Estados Unidos el carrizo, una planta invasiva en las orillas del bajo río Bravo / Grande, se ha convertido en un asunto de seguridad fronteriza; en “el muro fronterizo que nadie quiere”. En esta dirección desde 2015 se han emprendido distintas acciones para erradicarlo, en ocasiones apoyadas por actores gubernamentales de Texas; pero también han sido rechazadas por las comunidades locales.

Carrizo

El carrizo (Arundo donax), originario de Oriente Medio, crece a lo largo de varios cursos fluviales de Texas y México, siendo una de las especies invasoras con más rápido crecimiento. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza la incluye entre las cien especies exóticas invasoras más dañinas del mundo. En el lado texano de la cuenca del río Bravo / Grande ha invadido cerca de 100,000 acres (unas 40,460 ha).

Crece en climas subtropicales y se caracteriza por sus tallos largos y huecos (las cañas) (de hasta 7.5 m de altura, y en menos de 12 meses) y sus hojas largas. Su base está formada por una maraña de raíces (rizomas), que permiten que la planta se reproduzca clonándose a sí misma, que forman extensas colonias de varios kilómetros a lo largo de los cursos de agua, charcos y acuíferos, mediantes las cuales absorbe el agua para alimentar su crecimiento.

El carrizo desplaza a otras plantas (entre las cuales la vegetación nativa), reduciendo la biodiversidad; afecta el flujo de los cursos fluviales y erosiona los bancos y la infraestructura hidráulica y fluvial (como los canales y puentes); y es un claro competidor por el agua para la vegetación y fauna y las poblaciones humanas.

Frontera de Estados Unidos

Por la densidad y altura de los carrizales, para la Border Patrol (USBP) éstos son un obstáculo a “la aplicación de la ley en la frontera”. Los carrizales proporcionan cobertura y escondite para los contrabandistas de droga y los migrantes irregulares, a la vez que dificultan las actividades de la USBP (como la disminución de la visibilidad), lo cual aumenta las probabilidades de éxito del narcotráfico y de la migración.

Asimismo, el carrizo también dificulta las acciones de los organismos gestores y operadores del agua de Texas, México y binacionales (como la Comisión Internacional de Límites y Aguas, CILA / International Boundary and Water Commission, IBWC), de las agencias de conversación de áreas naturales y de la vida silvestre, y de los ranchos ganaderos.

Estrategias de seguridad fronteriza

Con el fin de satisfacer las necesidades de seguridad fronteriza, que se ha convertido en prioritarias, en 2009 la USBP, con apoyo del U.S. Department of Agriculture, inició acciones para controlar y eliminar el carrizo. La primera consistió en un programa piloto en el condado de Webb, aguas abajo de Laredo, mediante el uso de herbicidas. Posteriormente se probaron otros métodos, especialmente mecánicos: quemas, arranques de raíz, cribados, trasplantes, etc. Se comprobó que el método más simple, rápido y rentable es el químico (herbicidas), aunque solo brinda alivio a corto plazo y resulta controversial con las comunidades locales.

Estas acciones son complementadas con las realizadas por el estado de Texas. En esta dirección, en 2015 el Texas State Soil and Water Conservation Board (TSSWCB) inició el control del carrizo a lo largo del río, mediante herbicidas y podas sistemáticas (cortarlo a una altura de 3 pies / 91 cm dos veces al año). Más recientemente, en 2019, el Senado de Texas aprobó un amplio programa de erradicación, cuyos objetivos son:

a) reducir el carrizo (la densidad y la biomasa);

b) mejorar el acceso a la frontera (al río) para la USBP;

c) mejorar la visibilidad para una mejor detección de actividades ilegales;

d) restaurar la función ecológica, los hábitats ribereños degradados y la biodiversidad     del río Grande;

e) mejorar el flujo del río, disminuir la sedimentación en el curso y reducir el potencial   de inundación;

f) incrementar el ahorro de agua (mediante la reducción de la pérdida por la   evapotranspiración de carrizo).

Oposición

Las comunidades fronterizas de Texas (grupos ambientalistas, agricultores, gobiernos locales, etc.) así como México (la CILA) se han opuesto, no al control y exterminio del carrizo por sí mismo, sino por los métodos empleados. Temen que los herbicidas utilizados contaminen el río, la principal (y casi única) fuente de agua potable, y que sean dañinos para la fauna y vegetación ribereña. Asimismo, temen que la erradicación acelere la erosión de las orillas del río.

En México se prefiere el empleo de métodos biológicos (el uso de especies de insectos depredadores del carrizo), que son más lentos pero más efectivos a largo plazo. Actualmente, mediante un proyecto de colaboración binacional, México y Estados Unidos están liberando la especies Tetramesa romana y Rhizaspidiotus donacis cada 25 millas (40 km) entre la presa Amistad y la boca del río.

Foto 1
Un agente de la Border Patrol entre el carrizo, cerca de Roma, Starr co.
Foto 2
Liberación de insectos depredadores del carrizo, cerca de Los Indios, Cameron co.
U.S. Agents Take Undocumented Immigrants Into Custody Near Tex-Mex Border
Carrizo en el río Bravo / Grande, cerca de Mission, Hidalgo co.

mapa

Versión en PDF: NewsletterBB-RGV_Vol 6_Num 17

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